26 abril 2010

Delirios de un Genio: Michelangelo Buonarroti.

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No hace falta dedicarle un post para que se le reconozca la mejor medalla a la grandiosidad en el arte a este personaje. Pero después de mi corta, pero intensa, visita a Roma me he visto en la obligación de hacerlo.
Igual que muchos, estudié sus obras con detalle, gastando las hojas del “Palomero” que tantos quebraderos de cabeza nos ha dado a unos y a otros. Desde ese momento ya comprendes que no estás ante la reproducción fotográfica de cualquier cosa, desde el primer instante te desconcierta saber cómo, un solo ser humano,  y simplemente con sus manos, posea tantas facultades como para realizar obras de tal calibre.

Pero a todos aquellos que aún no han tenido la oportunidad de observar  con sus propios ojos La Piedad, solo me queda decirles que por muchas veces que hayan podido estudiarla… NO HAN VISTO NADA.

En la piedad, no te fijas en la técnica de los paños mojados, ni en el claroscuro, ni en la estructura triangular de la composición o del tratamiento que el artista le hace al mármol… cuando lo tienes delante, estás viendo como un madre, preciosa y joven, llora al ver el cuerpo sin vida de su hijo asesinado y maltrecho en su regazo… es una explosión de sensaciones que te transportan al mismo momento en el que ese suceso se estaba produciendo, te transmite la necesidad de ayudar a esa madre destrozada, hasta te hace pensar en  la tuya propia…

Ya lo dijo Vasari, “Es una obra a la que ningún artífice excelente podrá añadir nada en dibujo, ni en gracia, ni, por mucho que se fatigue, en poder de finura, tersura y cincelado del mármol (…) En verdad causa pasmo y maravilla, que mano de artífice haya podido hacer en poquísimo tiempo cosa tan divina y admirable, pues ciertamente es un milagro que una piedra, al principio sin forma ninguna, haya podido ser reducida a la misma perfección que la naturaleza”

Y que esta maravilla fuera de las primeras obras del artista cuando prácticamente salía de la pubertad ya dice bastante…

Estudio Técnico de la Escultura 

La composición del grupo escultórico posee una estructura piramidal, equilibrada, expresando tranquilidad, propio de las premisas neoplatónicas. El triángulo viene marcado por el vértice superior donde se encuentra la cabeza de María. Cabe aquí recordar que entre todas las formas geométricas, el triángulo y el círculo son las preferidas para representar la divinidad. 

Los cuerpos tienen un tratamiento diferente, ya que el de Jesús aparece con un cuidado estudio anatómico que muestra el perfecto conocimiento que el artista tenía de los recursos expresivos propios de su oficio, llegando a plasmar un cuerpo en el que no se esculpen las huellas del inmenso sufrimiento que soportó Jesús antes de morir, mientras que el de María aparece totalmente cubierto por los gruesos ropajes que dejan adivinar una musculatura y proporciones en principio superiores a las que corresponderían a su rostro, valorando esas grandes anatomías tan del gusto del artista .  

El tratamiento del manto, cincelado con grandes cavidades, provoca contrastes de luz y sombra que realzan el valor plástico de la obra . Precisamente los rostros muestran una belleza idealizada en el sentido neoplatónico, ya que vemos que María es más joven que su hijo, lo cual no es sino un recurso para mostrarla “Eternamente Virgen”.


El acabado con abrasivos consigue dotar a las superficies de luz que, al resbalar resalta la belleza formal y material de la obra. 
  
Continuara... 

Manuel Navarro González de la Higuera.

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