BARTOLOMÉ DE LA CASAS(Sevilla, 1484–1566, Madrid)
No me podía resistir a dedicarle un post a uno de mis pensadores favoritos, y lo es por varias razones. La primera, es que se trata de uno de esos sevillanos ilustres de los que todos deberíamos sentirnos orgullosos y en segundo lugar, por el papel determinante que juega en los cimientos de la teoría de los Derechos Humanos que tenemos hoy día. Sin más dilaciones, comenzamos:
Es un fraile dominico (la orden más racionalista del catolicismo), que atraviesa durante su vida tres etapas muy diferentes:
La primera es voluntarista (más propio de los frailes franciscanos, que son el precedente del positivismo jurídico). Después pasa a una fase naturalista en la vertiente cosmológica. El defendería el determinismo causal, en este punto se produce el origen de lo que llamará como bondad natural de los indios (es decir, dependiendo del lugar del planeta que seas, el clima y las condiciones naturales, se condiciona la personalidad del ser humano). Se le denominará despectivamente como “el defensor de los indios”. Posteriormente, llegará a su fase final que es de matiz racionalista, defiende la soberanía popular y se proclama en contra del tiranicidio (convirtiéndose así en un antecedente de Rousseau).
Bartolomé de las Casas: Fase Voluntarista.
Es una fase bastante llamativa en la vida del autor, ya que, lo normal es que hubiera empezado siendo naturalista, asumiendo la doctrina que guiaba a su orden, pero empezó siendo voluntarista como los franciscanos.
En esta etapa, Bartolomé de las Casas publica “treinta proposiciones muy jurídicas” (1552), siendo esta su gran obra voluntarista, de la que podemos citar el siguiente texto:
“el romano pontífice tiene autoridad y poder del mismo Jesucristo, hijo de Dios, sobre todos los hombres del mundo y fieles o infieles, cuanto viere que es mantener para guiar y enderezar los hombres al fin de la vida eterna… el papa puede recabar ayuda a los príncipes cristianos para que con su fuerza, se pueda conseguir cómodamente o no estorbar o impedir a su susodicho fin”
En este momento, el Papa y los Príncipes Cristianos se lanzan a la conquista del nuevo mundo y en aras de la propagación de la fe del Papa, se dividen los reinos de infieles entre los príncipes cristianos (principalmente se dividen América entre España y Portugal).
Aunque con el paso de los años, el radical voluntarismo de Bartolomé de las Casas se va mitigando, sin embargo, por la exigencia de los príncipes cristianos que hubieran recibido del Papa reinos infieles, propone que los gobiernen para el bien y utilidad de sus habitantes (los europeos podían quedarse con las tierras pero debían hacerlo en interés de los indígenas).
El autor va a cifrar en la gracia, la revelación y en la voluntad divina, los criterios supremos orientadores y fundamentadores de la justicia: la justicia es la justicia divina.
Según este planteamiento, los justo es lo que, según el Derecho Natural, está conforme con la Voluntad de Dios.
Bartolomé de las Casas: Fase Naturalista.
Se produce cuando Bartolomé de las Casas alcanza la mediana edad y viaja a América a desempeñar una misión (actual Chiapas, México. Cuna del zapatismo, el autor es conocido en este lugar como “el Obispo de Chiapas”).
En este momento hay grandes problemas sociales (entre el hombre blanco y los indios), y se genera el debate sobre si los indios deben ser considerados hombres o infrahombres.
Esto da lugar a los que conocemos como “Las Controversias de Valladolid”, siendo el inicio de la teoría de los Derechos fundamentales (todos los hombres deben tener los mismos derechos y ser considerados iguales).
J.A. Maravall (historiador español de los años 50), investiga esta etapa exponiendo que Bartolomé de las Casas es un primer defensor del ecologismo le considera como un “Rousseau avant la lettre”, (Rousseau adelantado a su tiempo).
Bartolomé de las Casas toma esta visión del ideal estoico, en base a la teoría del “aurea saecula” (edad de oro de la humanidad en la que los hombres todavía no eran corruptos, sino buenos por naturaleza), lo adecuado sería volver a este origen que no es más que una visión idílica de la cultura occidental.
Se genera así el Mito del Buen Salvaje: la bondad natural de los indígenas, no corrompida por la mentira, la condición ni la desconfianza (hay que destacar que Bartolomé de las Casas se olvida de los negros, y no se pronuncia sobre las vejaciones a las que estaban sometidos ¿Si viven en África no tienen derechos?... se produce el llamado “Racismo Inverso”)
El autor además impugna la incapacidad de los nativos para gobernarse, así como la pretendida inferioridad intelectual de éstos y se sitúa contra quienes defienden la teoría de la “servidumbre natural”. (A la cabeza de ésta se encuentra el autor Ginés de Sepúlveda, el cual, se basa en la teoría aristotélica sobre la esclavitud).
Este naturalismo extremo y cuasi determinista, concibe el derecho natural como la proyección de las leyes inexorables de la naturaleza al orden de la sociedad (el individuo y la sociedad están condicionados con la naturaleza).
Hay seis factores naturales que condicionan el grado de desarrollo intelectual y moral humano (determinismo causal):
1. La influencia del cielo (más meteorológico que metafísico).
2. La disposición de las regiones (esto lo inventa realmente Aristóteles, en los griegos está el origen del racionalismo) en Iberoamérica hay un verano casi eterno, al ser una zona templada, condiciona naturalmente a los indios.
3. La compostura y buena disposición de los sentidos interiores y exteriores.
4. La demencia y suavidad de los tiempos (clima).
5. La edad de los padres (condiciona a los niños)
6. La bondad y salubridad de los alimentos.
Crítica a esta fase de Bartolomé de las Casas:
1. Este argumento de natural-determinista, se basa en un naturalismo radical que desemboca en la ley del instinto y en un determinismo físico que compromete o desconoce la propia libertad e igualdad humana.
2. Al pretender la discriminación de los indios, incurren en una contradicción de la discriminación inversa hacia los pueblos septentrionales.
Bartolomé de las Casas: Fase Racionalista.
La gran aportación es que Bartolomé de las Casas contribuye a construir el ámbito de la cultura humanista, el desarrollo de las libertades y la legitimación democrática del poder, y todo esto procede de sus concepciones racionalistas. El Estado de Derecho no se puede entender sin el iusnaturalismo racionalista de Bartolomé de las casas (por ejemplo la Constitución de EEUU está llena de valores propios del iusnaturalismo racionalista). A partir de ahora, el hombre puede conocer las leyes naturales a través de la razón.
El mérito de Bartolomé de las Casas consiste precisamente en haber sabido reconocer a tiempo que, pese a la indiscutible bondad de sus argumentos liberales de los indígenas, éste debía estar basado en principios racionales y no en casuística empírica.
El ensayo fundamental para la comprensión de la postura Lascasiana sobre la libertad, es su tratado “De Regia Potestate” (sobre el poder de los reyes).
Bartolomé de las Casas va a tirar de su autor de cabecera, Santo Tomás de Aquino, para manifestar la libertad originaria del género humano. Según la tesis tomista, Dios al crear a los hombres, les confiere a todos la misma libertad, y por lo tanto, la naturaleza racional del hombre, no puede estar sujeta a la de otros hombres.
Junto a la defensa de la libertad individual, Bartolomé de las casas postula también la legitimación democrática del poder y la inalienabilidad e imprescriptibilidad de la soberanía popular:
1. La soberanía popular es inalienable: el pueblo ha delegado la autoridad a una persona, por lo que ésta (el monarca) no puede enajenar su potestad de jurisdicción sin el consentimiento de éste.
Tampoco puede enajenar su jurisdicción respecto a las personas o bienes materiales sobre los que esta se ejercita (se trata de un alegato en contra de las encomiendas).
2. La soberanía popular es además, imprescriptible: y eso se manifiesta en las sucesivas elecciones de sus autoridades. En los regímenes monárquicos esto sucede cada vez que el rey no tiene herederos que le sucedan (cada vez que ha habido una sucesión lo ha decidido el pueblo porque lo acepta, y si no es así, hay guerra).
3. Se trata de establecer un principio básico, ninguna restricción de la libertad es legítima sin el consentimiento popular (“Nulla subjectio imposita fuit sine consenso populli”). [Fernando VII era un tirano pero era a quien quien quería el pueblo, José I era infinitamente mejor rey pero estaba impuesto y eso no lo reconoce ni acepta el pueblo].
Bartolomé de las Casas y los Derechos Humanos.
Y por fin llegamos al punto donde quería llegar después de una exposición tan larga, y es el interés actual sobre la figura y el pensamiento de Bartolomé de las Casas.
Tanto el autor, como el resto de clásicos Hispanos, anticipan determinados principios reconocidos posteriormente en las modernas declaraciones de derechos.
Esa defensa de los Derechos Humanos se hace desde una concepción tradicional y cristiana de valores (no en términos ilustrados) la base de todo es Dios.
No obstante, resulta determinante la contribución que hace el autor al desarrollo del iusnaturalismo racionalista y humanista democrático, que hizo posible la génesis de los modernos Derechos Humanos y el Estado de Derecho.
Y sin esta serie de antecedentes doctrinales (la evolución del iusnaturalismo racionalista y humanista, en la que se asienta la doctrina Lascasiana) e institucionales (las cartas y fueros medievales de franquicias y libertades, especialmente la Carta Magna que es matiz de los Bill of Rights y de las declaraciones de derechos posteriores a 1789) sería inconcebible el concepto de Derechos Humanos que tenemos hoy.
En el tránsito de los derechos estamentales medievales a los modernos DD.HH, Bartolomé de las Casas jugó un papel muy importante. Cuando las libertades estamentales afectaban solo a los nobles, el autor evoluciona el concepto extendiéndolo a todos los seres humanos.
Manuel Navarro González de la Higuera.
Manuel Navarro González de la Higuera.
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